miércoles, 21 de marzo de 2012

Albarracín

No hay nada como visitar lugares, en otras estaciones, diferentes a las que la mayoria aprovecha para viajar.
Nosotros fuimos en Octubre, otoño, el mes de las setas, cuando los colores ocres, rojos, amarillos y marrones lo inundan todo.

La verdad és que viviendo tan relativamente cerca de Albarracín, no lo habia visitado todavia. Y me fascinó.

En esta época del año, casi no hay visitantes, y esto hace que visitarlo, sea aún más mágico. Sus calles estrechas, el olor a leña, a montaña húmeda, todo se entremezcla, para hacer las tardes acogedoras .

Rodeado por los montes universales, y cruzado por el Guadalaviar, aqui estás tan en contacto con la tradición y el olor a los años, como con la naturaleza.

El pueblo, tan cuidado, tan limpio, con esa arquitectura particular, ese yeso rojo, que le da ese color rojizo, te embauca, y te guia por sus rincones para descubrir pequeñas gotas de historia




Ni que decir tiene, que a parte de todo lo que ofrece el pueblo en si, hay multitud de rutas en los alrededores para poder hacer. Y nos quedamos con el gusanillo, pero faltaron dias.


Y como cualquier visita en condiciones a Albarracín requiere, visitamos, con permiso de la lluvia, sus pinturas rupestres, situadas en el bosque de rodeno, un paraje protegido en el que también hay un centro de interpretación. Pudimos ver pocas, la lluvia no nos dejó más, pero nos dió pie a tener que volver en otra ocasión, y asi lo haremos.